VIVIR DE LA PASIÓN
El Programa de Becas Ana Itelman, creado en 2007 por iniciativa de la Fundación Amigos del Teatro San Martín, permite que los alumnos y alumnas del Taller de Danza Contemporánea que se destacan por su nivel académico y artístico reciban ayuda económica para desarrollar sus estudios.
Julieta González tiene 21 años y es de la provincia de Santa Fe. Después de formarse de pequeña en danza clásica, contemporánea y jazz, con maestras y estudios privados, ganó una beca en Rosario que le permitió venir a Buenos Aires en 2017. “En el interior no hay institutos como el Colón oVIVIR DE LA PASIÓN el San Martín”. Por eso, ingresar al Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín, es una posibilidad de investigar, encontrar lenguajes y desafiarse.
Los postulantes al Taller deben tener entre 17 y 21 años, un mínimo de 4 años de formación contínua en danza clásica y contemporánea y presentar un curriculum. Los preseleccionados ingresan a través de un proceso de audiciones que incluye pruebas rítmicas y clases con etapas eliminatorias. La cursada es un privilegio: clases seis veces por semana, incluso los días sábados, entre cuatro o cinco horas diarias, además de ensayos durante las mañanas, en un marco de excelencia, trabajo y respeto.
Sin embargo, este ritmo reduce significativamente las posibilidades de los estudiantes de tener otros trabajos. Para Gloria Regina Araguna, una de las beneficiarias de las Becas Ana Itelman, “nos ayudan a poder concretar esta formación. Todos necesitamos ayuda familiar y a veces no estamos en las mejores situaciones.” Muchos de los estudiantes del Taller de Danza son del interior o del Gran Buenos Aires, y necesitan afrontar gastos diarios de traslados, alquiler y manutención. El entrenamiento les exige dedicación absoluta, además de tener que descansar y comer bien para brindar cada día lo mejor.
Bárbara Benavente se mudó a los 17 años desde Mar del Plata, a través de una beca del Consejo Argentino de la Danza. Un año después, hizo la audición para ingresar al Taller, pero tuvo que buscar trabajo. “Daba cuatro clases de entrenamiento fìsico por día, de lunes a viernes. Cuando empecé tercer año conseguí un trabajo administrativo por la mañana, que es con lo que me mantuve hasta ahora. Gracias a la beca de la Fundación pude dedicarme puramente al taller y a dar clases”.
Rocío Duarte tiene 22 años y es de Longchamps. “Más allá de la ayuda económica, la Beca es un reconocimiento a nuestro trabajo diario y el de nuestros maestros. Tiene gran valor para mí poder llevar esta responsabilidad”. Para Violeta Echenique, “es tener el derecho a poder vivir de esto. Es un reconocimiento a nuestro deseo de poner todas las energías en el taller. Me tranquiliza y me posibilita decir: apostá por este camino y dalo todo”.
Lihuén Fiorotto es oriundo de Larroque, provincia de Entre Ríos. “Es una ciudad muy chica, de 7000 habitantes, donde ser bailarín y ser hombre son mundos opuestos que no están buenos vivir. La Beca es un alivio, significa poder pagarme el subte y comer bien, afrontar viáticos, no tener que depender de mis padres”. Alejo Herrera tiene 19 años y es de Moreno.“El arte está desvalorizado y cuesta conseguir cosas en el aspecto económico. Las Becas Ana Itelman son una posibilidad, teniendo en cuenta que vivimos lejos y tenemos una carga horaria con mucho desgaste. Participar en el Taller me llenó de nuevas experiencias, porque son momentos únicos.”
El primer año tiene un carácter más introductorio, a través de distintas técnicas y lenguajes muchas veces desconocidos por los estudiantes. El segundo es más exigente técnicamente: se forman en las técnicas Graham y Cunningham. El tercero, está orientado a la interpretación y la dirección, a través de trabajos de tesis, donde los estudiantes dirigen y participan en creaciones de sus compañeros.
Mara Wiernes Dobal, quien tiene 22 años y vino desde Chaco, afirma que el Taller es mucho más que un espacio donde descubrir estilos y formas de trabajo. “En esta vorágine enorme que es la ciudad, encontrás pares. Por eso es importante reconocer su lugar y todo lo que aporta a la sociedad y la cultura de los bailarines”. Todos coinciden: el Taller es un lugar de renombre en la Argentina y en el mundo, que les abre puertas. Un espacio de aprendizaje, investigación y encuentro, con un nivel muy alto de entrega de los compañeros y docentes. “Nos contienen y se preocupan por nuestro cuerpo y nuestras emociones, y eso me hace sentir muy afortunada”, afirma Mara.
La fundación Amigos del Teatro San Martín, a través de las Becas Ana Itelman, otorga becas estímulo y becas de excelencia, que tienen en cuenta tanto la motivación como el nivel de necesidad económica. Quienes se postulan deben pasar por un proceso de audiciones. Se trata de un reconocimiento al talento y es la distinción más alta que la institución puede brindar. Los alumnos son preseleccionados por la Dirección Artística del Taller de Danza y miembros del cuerpo docente, quienes presentan la lista final de candidatos y sus antecedentes a la Fundación Amigos del TSM, que a su vez selecciona a los becarios a través de un Comité de Selección.
“Esta formación es un comienzo y no el final”, afirma Julieta González. “El futuro o el afuera dan un poco de incertidumbre, pero es también parte de lo que nos gusta. Si queremos trabajar de lo que hacemos, porque nos dedicamos más a hacer obras independientes. También está la experiencia que tenemos en las tesis como directores para futuros proyectos, y la posibilidad de espacios oficiales como El Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín
o el Colón”.